La Vida por la Patria

“Lo que hacemos en vida, resuena en la eternidad” ~ General Maximus Decimus Meridius (Gladiador, dirigida por Ridley Scott)

Una de las más dolorosas consecuencias afrontadas por el Paraguay tras la finalización de la guerra contra la Triple Alianza, fue la pérdida de una generación de jóvenes patriotas que pudo haber concretado un destino diferente para nuestro país. No tuvieron tiempo, pues los que no perecieron durante la contienda, quedaron prisioneros del enemigo y de las terribles circunstancias de la posguerra. Pocos tenían más edad que el mismo Francisco Solano López (42 años y siete meses): el general Wenceslao Robles, el marino Pedro Ignacio Meza, el coronel Felipe Toledo y el Vice Presidente Domingo Francisco Sánchez. Otros estaban cerca de los ’40 años, algunos habían traspuesto los 30 y la mayoría llegó a superar los veinte años aunque con la veteranía resultante de una meritoria actuación condecorada por heridas y cicatrices de guerra.

Además de los que perecieron en Cerro Corá con el Presidente de la República y sus hijos Panchito y José Félix, Sánchez y el numeroso grupo de oficiales y sacerdotes ya mencionados en crónicas anteriores, se detalla a continuación una lista de oficiales que perecieron en “el campo del honor”, a lo largo de todas las campañas de la contienda.

Teniente Andrés Herreros

Transcurría el mes de enero de 1865 y la campaña del Mato Grosso había llevado a las tropas paraguayas hasta más al norte de Corumbá. Y sin caudal para ir más al norte, Herreros retornó hasta el puerto de Dourados*, “a medio camino entre Corumbá y Sará”. El día 10, bajo un intenso calor, el oficial ingresó al parque de guerra de la localidad con la intención de colaborar en el cargamento de pólvora para su traslado a Asunción. Poco después explotaba el polvorín, matando a 23 soldados junto al alférez Pedro Garay y al mismo Herreros quien había llegado a cumplir 27 años. Sus restos y los de sus compañeros fueron sepultados en la localidad brasileña de Ladario. ¿Estarán todavía allí?

Riachuelo y sus muertos

Cinco meses más tarde, otros marinos morían como consecuencia de las heridas recibidas en el combate de Riachuelo, librado el 11 de junio de 1865. Entre ellos, el capitán Pedro Ignacio Meza, comandante de la escuadra paraguaya quien con 52 años de edad, perecía en Humaita cuatro días más tarde.

También heridos y prisioneros del enemigo, morían al día siguiente del combate naval, Vicente Alcaraz y Ezequiel Robles. Este último, hermano del general W. Robles, fue llevado al "Amazonas" donde los médicos brasileños le amputaron uno delos brazos destrozado por la metralla. Al reaccionar al día siguiente y saberse prisionero, Robles se arrancó los vendajes para morir.

Los demás

El Sargento Mayor José Dejesús Martínez

No había cumplido 20 años cuando falleció a consecuencia de las heridas tras la batalla de Tuyuti librada el 24 de mayo de 1866. El 10 de abril anterior, había participado del asalto a Isla Karaya y el 2 de mayo actuó en Estero Bellaco, donde fue herido. Aun convaleciente se alistó para el ataque a Tujuti, donde sería nuevamente herido de gravedad. Ascendido en su lecho de muerte, falleció en el campamento de Paso Puku el 29 de mayo de 1866.

General Elizardo Aquino

Oriundo de Luque, actuó en la batalla de Riachuelo y después de muchas batallas que lo tuvieron de protagonista, ya como coronel, fue herido de gravedad en la batalla de Potrero del Sauce, librada entre el 16 y 18 de julio de 1866. Socorrido y conducido a Paso Puku, el Mariscal López le concedió el ascenso a General de Brigada, en su lecho de muerte. La ancha herida abierta en el abdomen de Aquino, ya no le permitiría lucir sus galones, pues moría el 19 del mismo mes, a la edad de 41 años.

General José Eduvigis Díaz

Nacido en Pirayu, ejercía el cargo de Jefe de Policía de Asunción antes de la guerra. Iniciada la contienda desarrollaría en breve tiempo una meteórica carrera llegando al grado de General de Brigada el 25 de mayo de 1866, en sólo ¡un año y seis días! Para entonces, había participado en las batallas de Isla Karaja, Estero Bellaco, Tujuti, Jataity Kora, Potrero del Sauce y en Kurupa’yty, el 22 de setiembre de 1866: la victoria más importante de las armas paraguayas en toda su historia.

El 26 de Enero del año siguiente, Díaz subió a una canoa con la pretensión de verificar la posición de los buques de la escuadra. Un disparo desde uno de ellos sobre la frágil embarcación en la que se encontraban el joven general y sus hombres, hizo que dos de éstos murieran en el acto. Díaz fue alcanzado en una pierna, a la altura del muslo, miembro que le fue amputado en el hospital de Paso Puku. Pero ya sin poder recuperarse, reclamó la presencia del Mariscal para la despedida. Era el 7 de febrero de 1867. El obispo Manuel Antonio Palacios le tomó la confesión "y le impartió los sacramentos". A los pocos minutos, Díaz cerró los ojos para siempre.

Avelino Cabral y Manuel Antonio “Cala’a” Giménez

Sus muertes se anunciaban en el Cabichu’i del 20 de enero de 1868, sin mayores detalles. La noticia se limitaba a informar que el coronel Cabral “ha fallecido en el campo del honor”, circunstancia que desestima la posibilidad de una ejecución. Y como no hubo combates en los días anteriores al señalado por periódico, se supone que el deceso se debió a algún bombardeo enemigo o por la peste del cólera que por entonces volvía a azotar el campo paraguayo.

En cuanto a Cala’a Giménez, se aclaraba “que pasó a la eternidad con las venerables cicatrices de las heridas que en los principales combates de la magna lucha que sostenemos, ha tenido que recibir gloriosamente”.

Teniente Coronel Pedro Pablo Caballero

La breve crónica que refiere su paso por la guerra es conmovedora. Cuando el cerco aliado a Pirivevyi en los primeros días de agosto de 1869, la plaza era defendida por este oficial al frente de una dotación de 1.600 efectivos. Los aliados contaban con "...20.000 hombres de las tres armas con 35 piezas de artillería". Previo al asalto enemigo, Pedro Pablo rechazó dos intimaciones del Conde d’Eu. Pagaría caro su altivez pues al término de la batalla y reducido a la condición de prisionero, el jefe aliado ordenó su degüello.

En el mismo día y cerca de la plaza, moría también el Teniente Coronel Bernardo Céspedes cuando fuera sorprendido por una patrulla desprendida de las fuerzas del general Emiliio Mitre que operaban sobre el cerco de Pirivevyi.

Capitán Julián Insfrán

Originario de Limpio, se hallaba a cargo de un pequeño contingente que defendía la Fundición de Ybycuí, cuando el 17 de mayo de 1869, una fuerza aliada con 400 jinetes al mando del uruguayo Hipólito Coronado, atacaba la instalación. Con el enemigo a la vista, Insfrán enterró los últimos materiales fundidos y con una fuerza de 17 hombres, se aprestó a la defensa. Vencido tras la lucha, fue degollado por el enemigo.

Capitán José Matías Bado.

Jefe del Regimiento "Akä morotï” y consumado jinete. El 28 de agosto de 1868, Bado y sus 400 efectivos fueron atacados a orillas del río Tevikuary. La fuerza aliada de 3.000 hombres de caballería bajo la conducción del mariscal Luis Alves de Lima - Caxías y del general José Joaquim Andrade Neves, irrumpió en el campamento paraguayo. Entre los 23 hombres que quedaron prisioneros del enemigo, se encontraba el propio Bado, gravemente herido. Famoso por su bravura, su cuerpo tendido convocó de inmediato la curiosidad del enemigo. El jefe paraguayo fallecería al día siguiente, 29 de agosto.

Coronel Valois Rivarola

Oriundo de Aca'ái, participó en varias acciones y en la del 11 de diciembre de 1868, Avay, fue herido gravemente. Sin embargo, diez días después se presentó para la batalla de Lomas Valentinas. Herido nuevamente en combate, Rivarola fue retirado del frente para ser llevado al hospital de Cerro León en una carreta conducida por el practicante de cirugía Juan Anselmo Patiño. Durante el trayecto, en "...el lugar denominado 'Encrucijada', entre Paraguarí y Cerro León”, sobre la vía férrea, moría el jefe paraguayo. Era la noche de Navidad de 1868.

Coronel Felipe Toledo

Uno de los veteranos de la guerra, pues ya había servido como Jefe de la escolta “…desde los tiempos del Dictador Francia". Nacido en Aregua, contaba con 75 años cuando pereció en la batalla de Ita Yvate. También había integrado los "tribunales de sangre" en el campamento de San Fernando.

 

Son algunos de los héroes que además de los muertos en Cerro Corá, ofrendaron su vida por la Patria. Pero los gobernantes del Paraguay ni el pueblo paraguayo se dieron—al parecer—por enterados. Porque además de sus nombres nominando algunas calles de las ciudades del Paraguay, ninguno de ellos cuenta con un sitio o monumento, dignos de su sacrificio y de su memoria.

 

* No debe confundirse la ciudad de Dourados con el “puerto de Dorados a medio camino entre Corumbá y el puerto de Sará”, sobre la margen derecha del río Paraguay. Razón por la que los restos de los marineros fueron sepultados en Ladario, ciudad frontera con Corumba, más al norte. Estas dos localidades se encuentran a 570 kilómetros de Dourados y esta ciudad no tiene costas ni -obviamente- puerto.