Casa de los Gobernadores

Las casas utilizadas por los gobernadores del Paraguay, no escaparon a las precariedades generales de la provincia, una vez que fuera frustrada la vía fluvial de los ríos de la Plata, Paraná y Paraguay como medio de llegar al Perú. Corría el año 1548 y sólo quienes habían estado desde antes de aquel año en Asunción, pudieron plantearse la necesidad de contar con "casas de gobierno". 

La del gobernador Domingo Martínez de Irala fue la primera, y a diferencia de las modestas construcciones de troncos o palmas de entonces, fue la que inauguró una cubierta de tejas. Este edificio habría sido uno de los destruidos en el incendio que arruinó Asunción, el 4 de febrero de 1543. 

El Segundo Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, también se hizo construir una sede para su gobierno. La vasta casa se elevó sobre la Plaza Mayor y hasta contaba con dos torreones pero ante el apresamiento y exilio del Adelantado en 1544, fue rematada por la Real Hacienda. Este edificio, que sería también ocupado por Irala y otros gobernadores que le sucedieron, sucumbiría por el peso de los años, el mal uso y la falta de cuidados, antes del primer gobierno de Hernando Arias de Saavedra, iniciado en 1598. Para entonces y en ausencia de las "casas del Rey", usual en otros pueblos de España y sus dominios de ultramar, los gobernadores del Paraguay residirían en casas de alquiler. Esto obligaba a seleccionar las mejores que tuvieran los vecinos deparando a éstos no pocos inconvenientes, por las dificultades para el cobro de la renta correspondiente. 

Mientras tanto, había pasado otro medio siglo. El gobernador Gregorio de Hinostrosa (1641-1647), nacido en Chile, dispuso la construcción de otra casa de gobierno. Debido al "Juicio de Residencia" que le instalara su sucesor, Diego Escobar Osorio (1647-1649), el local fue adjudicado a la corona. Para este procedimiento se había argumentado que Hinostrosa "las había edificado contra las Células y Pragmáticas de su Majestad". Sin embargo, Escobar tampoco pudo ocupar la casa pues se le había anticipado el Obispo Fray Bernardino de Cárdenas, oriundo de Chuquiabó, nombre originario de la actual La Paz, Bolivia, alegando que el anterior gobernador no había pagado algunas multas que, como prelado principal de Asunción, Cárdenas le había impuesto. Exiliado el Obispo después de haber sido electo también gobernador en 1649, y tras la intervención de otros vecinos en los pleitos abiertos para hacerse del patrimonio, la casa tomó el camino de la ruina. Como en los anteriores casos, habían pasado por la misma varios ocupantes sin que se realizara probablemente ningún trabajo de mantenimiento. 

Hacia 1686 y cerca del mismo sitio, es decir sobre la Plaza Mayor, se pretendía la construcción de otra sede. La iniciativa correspondió esta vez a Francisco de Montforte (1685-1691), uno de los muchos gobernadores del Paraguay nacidos fuera de España. Terminada la obra y tras el paso de algunos pocos gobernadores, se volvía sin embargo a la costumbre de alquilar las casas de los vecinos pues el flamante "palacio de gobierno" estaba nuevamente en ruinas. Apenas iniciado el siglo XVIII, por lo que en pleno conflicto con los Comuneros del Paraguay, el Gobernador Martín de Barúa (1725-1730) declaraba que "en esta ciudad no hay casas destinadas al hospicio de los señores Gobernadores de esta Provincia". Aunque el mismo gobernador se hiciera cargo de las reparaciones, para 1742 el edificio volvía a su condición miserable de siempre. 

Durante el mandato de Carlos Morphi (1766-1771), gobernador nacido en Irlanda pero criado en España, se produjo la expulsión de los Jesuitas de todo el reino. El incidente no sólo terminó con la preocupación que representaba el poderío jesuítico, sino con las tribulaciones oficiales de malquistarse con los vecinos de Asunción ocupando sus casas—la vasta construcción construida por la Orden de Jesús "para ejercicios espirituales de laicos", venía a solucionar el grave problema en que se venía convirtiendo la necesidad de una Casa de Gobierno. 

El edificio ubicado en un rincón de la antigua Plaza Mayor, entre las calles del Atajo (Alberdi), 14 de Mayo y la avenida de El Paraguayo Independiente, estaba rodeado de grandes galerías que encerraban un gran patio. En este se encontraba un palomar, detalle que permite suponer que el "centro de mensajes" estaba localizado en la misma casa de gobierno. Más al interior, había un traspatio que servía de acceso y contaba con el espacio correspondiente para el estacionamiento del carruaje del Gobernador. La casa no contaba con establos ni caballerizas, por lo que estas instalaciones (y otras) se encontrarían tal vez en uno de los varios cuarteles que circundaban la plaza. 

En “La Asunción de antaño”, libro escrito por Ricardo de Lafuente Machaín, podía leerse la siguiente descripción: 

"De un solo piso bajo, con dilatados aleros sostenidos por columnas de madera que luego se cambiaron por otras de material, formando espacioso corredor que rodeaba el edificio por tres costados, encerraba patios en su interior sobre los cuales se abrían las habitaciones del Gobernador, sus oficinas de gobierno y la tesorería. Las autoridades españolas se instalaron allí al retirarse del Paraguay los jesuitas y serles quitadas sus propiedades, posiblemente para estar más en el centro de la Ciudad. En ella se sucedieron las últimas autoridades de la metrópoli y las primeras nacionales. El dictador Francia la ocupó al comienzo de su gobierno y lo la dejó sino con su muerte. A corta distancia del frente, hacia el río, había un naranjo, debajo del cual tuvieron lugar fusilamientos ordenador por el Supremo Dictador, quien, según se decía, los  presenciaba desde una ventana de sus habitaciones".

Tras la finalización de la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza, el edificio sirvió también de residencia del Ejecutivo Nacional. Cuando todo el gabinete ministerial del estamento se instaló en el Palacio de López en 1894, la ya vetusta casona fue asiento de las oficinas de Correo y la residencia de su director. 

Al producirse su demolición, el recinto ya no tenía más que el abandono como sustento y compañía. Su nombre lo decía todo: “Correo Cué”. Este último vocablo en guaraní significa “lo que ya fue, lo que no es”. Por lo que la Casa de los Gobernadores y de la Real Hacienda de la provincia del Paraguay, Palacio de Gobierno y sede de la Oficina de Correos, en cuyos corredores fue intimado el último gobernador español para el logro de la Independencia, fue simple e irresponsablemente demolida aproximadamente en el año 1913 y bajo la presidencia del Sr. Eduardo Schaerer.