Edad Mínima Necesaria
En una nueva experiencia, siempre se nos impone algo que ignoramos.
Es por eso que a veces resulta difícil afrontar una emergencia: una muerte, una separación, cualquier profundo cambio en nuestras vidas. La incertidumbre de lo “por-venir” nos descoloca, nos desorienta y a veces nos obliga a cometer otros errores.
Por eso debe evaluarse el impacto que las emociones—cualesquiera fueran—causan en nosotros. Desde un matrimonio a un divorcio, el advenimiento o la muerte de un hijo, un cambio laboral, la exposición a la que nos somete un cargo público, representan impactos que no siempre se resuelven adecuadamente.
La edad mínima establecida para acceder a estos últimos (más propiamente, los cargos de gobierno) no significa un gesto desdeñoso hacia la juventud, sino que fue impuesto por el hecho de acordar una edad en la que los ciudadanos han completado una carrera universitaria, o adquirido experiencia laboral y profesional, una edad en la que normalmente, ya cualquiera tuviera conformada y estabilizada una familia, que ya no tuviera urgencias que atender, etc.
En otras palabras: que haya adquirido madurez y discernimiento.