Se Suspende por Mal Tiempo

Estimados compatriotas:

Después del tercer recorrido de los domingos tras (el city tour) “Los Secretos de Asunción”, nos vemos obligados a suspender las próximas excursiones, debido a que en las condiciones actuales, no hay nada que podamos mostrar y mucho menos disfrutar, en el triste casco histórico de nuestra triste ciudad. 

No sólo por las dificultades de transitar con un grupo de personas ávidas de ver lo que pocas veces pudieron apreciar, especialmente en la Plaza de la Independencia Nacional; y no sólo porque la estridencia de la música no deja escuchar las explicaciones, sino porque constituye un verdadero despropósito el intento de enaltecer los hechos de la historia patria, en semejantes condiciones.

No se trata de menoscabar la situación por la que atraviesan nuestros compatriotas, sino de denotar que nuestrars autoridades no tienen idea de lo que significa el respeto o la responsabilidad para la solución definitiva de este drama nacional.

Y que en medio de la absoluta indolencia para resolver el problema de “la emergencia de la Memoria Histórica en crisis” no se percatan siquiera que la responsabilidad ciudadana se gesta precisamente a partir del conocimiento de lo que fuimos y somos.  

Ninguna penuria, necesidad o sufrimiento actuales son comparables a los padecimientos de los que dieron todo por la patria para que nuestras autoridades, sin vergüenza ni decoro alguno, pretendan apelar al “facilismo” de permitir cualquier cosa cuando a ellos simplemente no se les ocurre nada para solucionar estos problemas. 

Todos sabemos que una emergencia es una situación imprevista, inusual, que nos impone asumir medidas que ayuden a atenuar el impacto de lo que excede la capacidad de atención de un estado. 

Los períodos de lluvia, la inundación ya no pueden ser “emergencias" para nuestros gobernantes, porque hoy pueden predecirse y preverse con días y hasta meses de anticipación. Y aún si fueran emergencias, ya no pueden admitirse soluciones de emergencia, como las que sufrimos todos los paraguayos cuando se invade como ahora el territorio de nuestros sentimientos.

Aquí va una historia—necesariamente breve—de ese  “territorio de nuestros sentimientos” al que me refiero.

PLAZA DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL 

El sitio de mayor relevancia histórica del Paraguay

Casi todos los hechos de la Historia del Paraguay, tanto en los tiempos de Provincia o como en los de República independiente, tuvieron como escenario la Plaza Mayor, hoy conocida como Plaza de la Independencia del Paraguay.

Esta se extiende desde el atrio de la Catedral hasta la calle 14 de Mayo y desde los barrancos hacia la costa de la bahía hasta la calle del Paraguayo Independiente hacia el sur.

Cuando a partir de la Casa Fuerte original, se delimitaron en 1556 los solares repartidos a quienes acompañaron los duros años de la instalación desde la fundación de la ciudad en 1537, la PLAZA MAYOR se constituyó en el centro de la vida de aquellos esforzados colonizadores. En el centro de este espacio se erigió el alto madero conocido como Rollo o Palio Real donde el sonar de las cajas convocaba a los asuncenos para que el pregonero les pusiera al tanto de los bandos reales. 

El mismo espacio presidió las movilizaciones ciudadanas para las celebraciones o para la guerra: las procesiones religiosas o el Paseo del Estandarte Real, las "carreras de cañas"—especie de lance de caballería de antaño—o las concentraciones armadas de los cabildos ante la acechanza de los indios o de los mamelucos portugueses.

En esta plaza se juntó la Caballería Comunera antes de ir a combatir al ejército indo/jesuítico en Tevikuary (1724), Guajaivity (1733) y Tavapy (1735). Desde 1769 a 1811, aquí residieron los Gobernadores y también tuvieron lugar las acciones que desembocaron en la Independencia Nacional, las que tuvieron su punto de mayor dramatismo en la intimación al Gobernador Velasco por los patriotas de la Independencia, acuartelados allí nomás, en el Cuartel de la Ribera, localizado a unos metros de la casa de la residencia gubernamental. 

En el mismo edificio, demolido durante el gobierno de Eduardo Schaerer (1912-1916), tuvo su sede el Gobierno de la República que nació con el primer Consulado de 1813. Allí residió hasta su muerte el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia. Sus exequias, que merecieron una crónica especial de nuestro malogrado Blas Garay, se desarrollaron alrededor de la histórica plaza para ser finalmente inhumados en el Cementerio ubicado entre el antiguo Convento de Santo Domingo y la Plaza Mayor.

Los bordes de nuestro recinto histórico también contribuyeron a su fama. En los "bajos" de la plaza, hacia la actual bahía, fueron fusilados en 1821 Fulgencio Yegros, los hermanos Montiel y otros próceres de la Emancipación, por orden de Francia.

El Primer Pdte. Carlos A. López, iba y venía a través de esta plaza desde su casa hasta el Palacio de Gobierno, ubicados éstos en uno y otro extremo del lugar. Acontecimientos de todo orden aunque igualmente importantes, como el nacimiento del Teatro, los ensayos de la primera Orquesta Nacional, el Congreso Eucarístico y el primer partido de fútbol, desfiles, fiestas patronales, retretas, paseos y concentraciones… todo tuvo de escenario la histórica Plaza de la Independencia del Paraguay. 

Plaza de la Independencia: el origen

El conjunto conocido como Plaza de la Independencia Nacional, se hallaba inicialmente compuesta de tres plazas: Plaza de Armas, frente al ex Colegio Militar (actual sede del Congreso Nacional), en la calle República y el Paraguayo Independiente; Plaza del Congreso, ubicada frente al edificio que alberga al actual Centro Cultural y Museo Cabildo, entre las calles Alberdi y Chile; y Plaza Constitución, localizada entre el atrio de la Catedral y la calle Chile frente al Cuartel de la Policía Nacional, lugar donde fue erigido el monumento a la Constitución sancionada el 25 de Noviembre de 1870.

A pesar de su amplitud acual, los orígenes de la plaza se remontan a tiempos en que pequeños espacios sueltos se intercalaban con los edificios del lugar. Entre ellos, ocupaba un lugar prominente el Cuartel de la Ribera. Estructura colonial dispuesta en "L", una de sus alas terminaba muy próxima a las arcadas del proyectado "Palacio de Gobierno" de los López, finalmente edificio parlamentario y Centro Cultural en la actualidad. El otro bloque, casi desde el centro de la plaza, enfilaba hacia la Catedral. Desde este cuartel salieron los conjurados de mayo a intimar a Velazco en 1811.

Frente a la galería oeste de este edificio fue levantado el monumento que conmemora la Jura de la Constitución de 1870 ya mencionado, documento y acontecimiento hoy olvidados, así como olvidado está el monumento, mimetizado entre árboles y vehículos estacionados. A oeste y en la proyección de la calle Del Atajo—hoy Alberdi—estaba la Casa de los Gobernadores, lugar de la mencionada intimación en mayo de 1811. Este caserón colonial fue también sede de los gobiernos que vinieron tras la gesta de la Independencia y ya hacia finales del siglo XIX, fue local del Correo y residencia de su Director, por lo que se lo conocía como “Correo Kue”, hasta su demolición en 1913.

Más atrás, ya hacia la bahía y cerrando la calle 14 de Mayo, se encontraba el Cuartel de la Maestranza de Artillería. Local de larga cuadra de galerías a ambos lados del bloque que, empezando desde frente a los corredores del antiguo Colegio Militar, terminaba casi en los bordes del barranco, aproximadamente donde se encuentra en la fecha, el monumento ecuestre al Mcal. López.

Entre los edificios ubicados sobre la calle Del Paraguayo Independiente, se encontraban: la residencia del Pdte. Carlos Antonio López, de extraña tipología que ocupaba toda la cuadra entre Independencia Nacional y Nuestra Señora de la Asunción. Galerías, gruesas columnas de mampostería y una doble altura aparentemente dispuesta para amortiguar los rayos del sol caracterizaban a este singular edificio. Ya reconvertido, fue más tarde sede del Club Alemán y hoy, ya con la construcción histórica completamente desaparecida, alberga a la Policía Motorizada. El local de la Policía Nacional fue, originalmente, una residencia particular perteneciente a Cantalicio Guerrero, aunque ya los registros gráficos del presente siglo lo señalan como Cuartel de Policía.

En la cuadra siguiente, el Teatro Nacional abría sus puertas hacia la plaza. En la parte posterior, sobre la calle Villarrica—antigua Del Sol y hoy Pdte. Franco—se encontraba la Plaza Libertad, aunque algunos historiadores la recuerdan como "Placita Unión”. En ese lugar y mediante una concesión que apelaba a la suscripción anticipada de localidades, el catalán Baudilio Alió (o Alliot) construyó el Teatro Municipal pero ya con el acceso principal orientado hacia la calle Pdte. Franco. 

En el mismo sector y, desde aproximadamente 1906, se encuentra la Dirección de Correos, ex Palacio Patri, que llevaba el nombre de su constructor y propietario, el empresario italiano Juan Patri. El edificio fue adquirido por el estado paraguayo durante el breve gobierno del Pdte. Liberato Marcial Rojas, en 1912.

Cerrando el flanco oeste de la plaza, se encuentra la hoy denominada Casa de la Cultura, tal vez el edificio de mayor alcurnia histórica en todo el Paraguay. Allí funcionó desde los primeros tiempos de la colonia, la Casa de Recogidas y Niñas Huérfanas de Asunción, " ... la primera en todo el Río de la Plata (...) origen y cuna de la educación de la mujer paraguaya". Los restos de su primera institutriz, Doña Francisca Jesusa de Bocanegra, fueron sepultados en el cementerio del lugar, en lo que queda de lo que fuera ladera de la Loma Kavara, a la sombra del antiguo Convento de Santo Domingo. En el edificio funcionó también La Real Factoría de Tabacos, que tenía en su parte posterior, sobre la Laguna de los Patos, un pequeño embarcadero.

El Gobernador Fernando de Pinedo convirtió la singular construcción en sede del Real Colegio Seminario de San Carlos, que luego de más de un siglo de interrumpida actividad (fue clausurado en dos ocasiones) dejó de funcionar definitivamente poco antes de la Guerra del ‘70. Después de la contienda, fue Cuartel de Caballería y Artillería y desde 1915, Escuela Militar. En las vísperas de la Guerra con Bolivia, fue sede de la Escuela de Aspirantes a Oficiales de Reserva y fungió de hospital durante la contienda, para convertirse finalmente y, desde 1940, algunos meses antes del fallecimiento del Gral. José Félix Estigarribia, en el Colegio Militar Mcal. Francisco Solano López.

En la parte posterior del edificio, hacia la calle República y 15 de Agosto, se encontraban otras valiosas construcciones, hoy desaparecidas, entre ellas la casa del ex-presidente Cnel. Juan A. Ezcurra, la que, en algún momento de las primeras décadas de este siglo, también fue sede del Estado Mayor General.

Como puede apreciarse, la Plaza de la Independencia Nacional y su entorno—olvidados, descuidados y permanente agredidos—están lejos de los fastos históricos que los llenaron de reverente respeto en otros tiempos. La mal entendida libertad y la pauperización de nuestros democráticos, la convirtieron en depósito de automóviles estacionados y “muro de los lamentos ciudadanos” excepto sin ningún muro y con demasiados lamentos. Las demoliciones de principios de siglo XX antes, la Policía después, y actualmente los permanentes conflictos en su entorno, la convirtieron en un paraje devaluado en importancia, función y carácter.